lunes, 27 de agosto de 2012

Música de viaje II

En los últimos días han aparecido algunos artículos nuevos sobre viajar con instrumentos musicales, curiosamente en ambos el precio del instrumento tenía algo que ver, además de ser ambos obra del mismo maestro lutier.
 
 
El último que he leído es un caso especialmente escamante y tiene que ver con aduanas: la violinista japonea Yuzuko Horigome sufrió un percance en las aduanas alemanas en un vuelo de rutina volviendo de Japón. Pasó por el pasillo de "nada que declarar" con su violín, un Guarneri de 1741 valorado en 1.2 millones de dólares. El agravante es que no tenia los documentos que demostraban que el violín era suyo con anterioridad por lo que le reclaman la cantidad de 190.000€ en concepto de impuestos y quizá además le pongan una multa. No se puede pasar por aduanas sin declarar adecuadamente objetos de valor superior a 430€. Puede que se libre si demuestra que es suyo y que es esencial para ganarse la vida, pero aún no sabe nada de aduanas que retiene el violín. Así que tened cuidado cuando viajéis al extranjero con instrumentos de cierto valor, puede llegar a ser muy traumático si no os informáis bien.Más aquí.
 
 
El otro caso está relacionado con el primer articulo "Música de viaje", un chelista intenta viajar con su violonchelo en la cabina, le ha comprado un billete para que ocupe su asiento. Desgraciadamente el personal de vuelo le dice que no es posible, que debe ir a la bodega. Paul -nuestro chelista protagonista- intenta de múltiples maneras que se quede en cabina: no cabe en los compartimentos superiores y cuando sugiere que vaya en el armario de los abrigo en ese avión no hay. Tampoco le ofrecen un cambio de vuelo y si tiene que volar con otra compañía él mismo debe hacerse cargo del coste. La única solución es a la bodega. Con todo el dolor de su corazón accede, temiéndose lo peor a pesar de que le aseguran que lo tratarán con el mayor cuidado posible. A medio vuelo una azafata habla con él y se entera del valor de un chelo, un Guarneri de 1669, corre a decírselo al comandante. Al aterrizar es el propio piloto el que va a buscar el chelo. Y se demora. Paul está de los nervios ¿qué habrá pasado? Cuando aparece revisa el chelo y está bien. Esta vez ha habido suerte pero hay que tener en cuenta que con los instrumentos musicales grandes hay que asegurarse que la aerolínea permite su viaje en cabina.
La espeluznante historia nos la cuenta el propio Paul Katz.
 
 
Buen viaje a todos ;-)
Juan

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